Veámoslo así: un día un carajito estaba caminando del colegio a su casa (eso no se estila en este país, por eso estoy segura de que la persona que ideó el próximo objeto es gringo... porque ellos si caminan. Y actualmente sostienen el por ciento más alto de personas obesas en el planeta. Fail.) En el trayecto, el niño va fantaseando con llegar a su habitación a jugar Atari y comer Combos la tarde entera. Pero justo al doblar la esquina, se da el verdadero estrallón! Seis "f*cking" después, el jóven admira sus Converse. Se da cuenta que el cordón de amarrar el zapato está completamente deshilachado y, por más apretado que lo haya amarrado, falling face first le tocaba eventualmente.


Y cómo olvidar el Velcro! Ideado para los niños muy pequeños que todavía no son capaces de amarrarse los cordones por sí solos (y si el padre o la madre decide enseñarle, tampoco le encuentran sentido a la metáfora del conejito entrando al agujero y cruzando el árbol y... la verdad que los padres son unos filósofos).
Tal vez el diseño no es tan aburrido como pensaba. Después de todo, gracias a algún grupo de diseñadores (o un gringo gordito), no somos vulnerables al peligro de caer al piso por culpa de un cordón ni a sufrir oyendo la metáfora del conejito (que a medida que crecemos se torna un cuento sexual. Cómo? No sé).
(Y si nada de lo que dije les hace sentido: véan el documental de Gary Hustwit "Objectified")
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