11.4.11

Encontré el tesoro perdido

En estos tiempos, la inocencia es algo que creemos haber perdido. No me refiero a lo que seguro están pensando (no, no estoy hablando de sexo, alcohol y demás "actividades extra-curriculares" de las que formamos parte). Pensaba que la cualidad se perdía a lo largo de nuestras vidas, porque con tanta experiencia y conocimiento es casi inevitable olvidarla. Estos últimos días me han enseñado que tal vez la inocencia es un estado mental. Está latente, aunque silenciosa, dentro de cada uno de nosotros.


Inocente no es "el que no sabe" ni el que "no cometió el crimen". Inocente es la persona que a pesar de las vivencias y visión relativa a las creencias culturales adquiridas porta una esperanza positiva del mundo. Una indiferencia hacia lo externo, sin perjudicar lo interno. La misma se podría decir que proviene de una carencia de maldad (Claro, si usted es un hijo de su mai' desde nacimiento, usted no aplica. Hasta puede dejar de leer y prosiga a joderle la vida a alguien). Y en los últimos días pude darme cuenta que no hay nada más inocente que un niño.


Sentada construyendo castillos en la arena con Rodrigo (un angelito de dos años; y mi futuro esposo), me di cuenta que la inocencia aún vive en mí. (Y si vive en mí, también duerme en todos ustedes. Sólo hay que despertarla) Mientras lo ayudaba a "oje ena illo" ("Recoger arena para el castillo" - era tan bello que su manera de hablar era pronunciar la última sílaba de cada palabra. Les digo... I think I'm in love) noté que Rodrigo estaba sumamente tranquilo. Yo estaba impaciente porque no tenía bloqueador solar puesto, el chicho de la cadera se me salía del traje de baño, tenía arena escondida por doquier (se entiende?) reconocí a un jóven que estudiaba en mi colegio... Podría mencionarles mil cosas más. En conclusión, estaba incómoda. Mis pensamientos fueron tan lejos que hasta estaba preocupada por si alguien venía y se robaba al niño. (Y eso, que estábamos en un residencial privado)


En lo que miraba de lado a lado desesperada, me detuve un segundo para admirar a Rodrigo. El bebo cogía su rastrillito de arena y con el trataba de cavar un hoyo, aún teniendo la pala a sus espaldas. ¿Acaso se veía angustiado porque no tenía protector puesto y se iba a poner como pollito con wasakaca? No. ¿Estaba cohibido porque se encontraba rodeado de personas que lo podrían ver construyendo castillos de arena con un rastrillo y no con una pala? No. ¿Tal vez avergonzado porque el pañal se le salía del traje de baño? Negativo.


Rodrigo estaba eufórico. Miraba a su alrededor constantemente sin saber realmente qué buscaba. Admiraba la arena como si recién la hubiera descubierto, y tengo entendido que el bebo prácticamente vive en la playa. Forzaba el rastrillo para recoger la arena, pero bajo ninguna circunstancia se rindió. Cada cierto tiempo se paraba corriendo a salpicarle agua a su hermanita (una princesita de cuatro años). No lo hacía con maldad, sólo quería jugar con ella. Y aún tirándole agua en el ojo (agua de mar... EN EL OJO) a Sofía, así se llamaba la niña, siguió jugando con el.


Blanco: Cielo. Negro:...
Brincaba las líneas negras porque
si no podía perder la vida.
(Hubiese sido trágico ese final)

Las paletas se convirtieron en chupa chús, el zapato izquierdo iba en el pie derecho y el derecho se quedaba atrás comiendo polvo, y la comida que más alimentaba eran las donas, el helado, y la gelatina. (y pedirle a mamá uno que otro "ron eche aca"...según Rodi - "biberón de leche de vaca") Los gases se convirtieron en una diversión (aunque admito que todavía lo son jaja) y lo más tierno que se podía hacer era un "ito a oca"...según Rodi: "un peíto por la boca".


Entonces, ¿Cómo ser capaz de decir que ninguno de nosotros somos inocentes si lo más inocente es un niño? Y siendo ese el caso... ¿Nunca se han preguntado qué es lo que vive en cada uno de nosotros? Esa personita que pelea tanto por quedarse quieto cuando realmente lo que quiere es revolcarse en el piso, reírse a carcajadas, nunca ir a clases, cantar una canción (sin saberse las letras) sólo para que lo manden a callar. Decir su opinión sólo para sentirse parte del grupo, hablar con adultos para creerse más grande... y sacarse los mocos delante de la gente (we all do it, déjese de vaina).


La inocencia es un estado del alma. Conservemos durante toda la vida la ingenuidad e inocencia propias de nuestra infancia. Y el que alegue haberla perdido, ya le dije, sálgase de mi bendito blog!!





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